Los niños de Morelia Un estudio sobre los primeros refugiados españoles en México
En junio de 1937 llegó a México un grupo de cerca de 500 niños españoles que con el tiempo fue conocido como los Niños de Morelia. El gobierno mexicano dio asilo a estos niños con la intención de apartarlos de los peligros de la guerra que se vivía en su país. Se pensaba que su estancia en México no sería mayor de unos cuantos meses. Al ser derrotados los republicanos españoles no tuvieron ya oportunidad de regresar y de esta manera se convirtieron en el antecedente de lo que después fue una emigración masiva. En los trabajos escritos en México sobre los refugiados españoles no se mencionan a los Niños de Morelia más de paso y sólo a veces. Son trabajos que han tenido como objetivo fundamental destacar y exaltar la labor de únicamente una parte de los refugiados: los intelectuales. Hay razones que explican esto. Es indiscutible que la presencia de los intelectuales refugiados en México marcó en forma muy considerable la vida cultural del país. Pero el exilio republicano español no estuvo constituido solamente por la élite intelectual, es más los exiliados no eran mayoritariamente intelectuales. Sin embargo, pareciera que hay poco interés por saber qué pasó con esa mayoría. No sabemos, por ejemplo, de qué manera contribuyeron los refugiados en su conjunto al desarrollo de las fuerzas productivas, ni si jugaron un papel en el terreno politicoideológico. Los refugiados no sólo trabajaron en los centros de enseñanza e investigación. Comparto con Gloria Artís la idea, que puede convertirse en hipótesis de trabajo, de que los refugiados no intelectuales experimentaron cambios considerables en su ocupación al llegar a México, e incluso que muchos de ellos lograron una considerable movilidad social ascendente. Se podría mencionar también la gran laguna que existe en el hecho de que siendo como fue una emigración por motivos políticos, no se haya estudiado tampoco suficientemente la actividad política de los exiliados tanto dentro del ámbito mexicano como español. Otro problema que no se ha visto con detenimiento es la forma de relación que entablaron con la colonia española de México con la que se encontraron los refugiados a su llegada y cómo esta participó o no en las formas de integración de los recién llegados. A los propios refugiados mantener la imagen de que fueron una emigración de intelectuales les permite no confundirse con los españoles antiguos residentes, los españoles que vinieron a “hacer la América”, evitando o disminuyendo de esta manera las posibilidades de rechazo por parte de la sociedad receptora. Otro defensor de la imagen que se ha hecho de los refugiados es el propio Estado mexicano. Él fue su benefactor y el responsable de que ellos estén en México y, por supuesto, ha defendido siempre que la llegada de los exiliados significó un aporte importante al país poniendo en primer plano la presencia de los intelectuales españoles en México. El ejemplo más acabado de ello es el libro financiado por el gobierno del presidente José López Portillo, y prologado por él mismo. El presente estudio acerca de los Niños de Morelia es un intento de empezar a descubrir partes hasta ahora ocultas de la historia del exilio español, de dar a conocer lo sucedido con un grupo de refugiados no intelectuales, de refugiados desconocidos y anónimos.