Voces de piedra Voices of stone
En el año de 2007 el entonces presidente de la República inauguró la exposición Isis y la Serpiente Emplumada, en Monterrey, Nuevo León, que había sido curada, en lo que a Egipto se refería, por el doctor Zahi Hawass, destacado arqueólogo egipcio. La parte de Mesoamérica me correspondió coordinarla a mí, y recuerdo que pocos días antes de este acontecimiento tuve una sensación muy importante como investigador: recorría las salas destinadas a Egipto y recordaba que mi pasión por esta civilización era la que me había llevado a estudiar arqueología. Admiraba en mi recorrido aquellas esculturas que representaban a la diosa lunar Isis y la manera en la que a lo largo de cerca de tres mil años, y aún más, se le había rendido culto. Pero algo llamó mi atención. Todas aquellas maravillas habían sido elaboradas en un medio arenoso, desértico, bañado eventualmente por el desbordamiento del río Nilo. Este paisaje perduró a lo largo de esos cientos o miles de años y aún ocurre así. Visité las salas destinadas a las culturas mesoamericanas y entonces ocurrió la revelación: mientras que en Egipto la obra humana se había realizado en medio del desierto, Mesoamérica mostraba a Quetzalcóatl en una diversidad asombrosa de ambientes naturales: allí estaban las esculturas del altiplano central; podíamos apreciar las obras realizadas en la selva donde la cultura maya había destacado; las serpientes talladas en piedra del norte de Yucatán; las figuras impresionantes realizadas por mixtecos y zapotecos en las montañas de Oaxaca; la delicada elaboración de objetos en la húmeda costa del Golfo, y la secuencia de presencias del dios en diversos sitios del centro de México. Esto me llevó a pensar en la variedad de estilos y materiales de cada una de aquellas regiones que el hombre antiguo había transformado en obra de arte. Eran expresiones diferentes en ambientes distintos, con lenguajes diferentes y un común denominador: la presencia del numen a través de la piedra, el barro, la pintura mural y las miniaturas pictográficas de los códices. Meses después maduré la idea de montar una exposición acerca de seis ciudades mesoamericanas que habían surgido en esa diversidad de ecosistemas. Ésta tuvo lugar en el Museo Nacional de Antropología y tuvo por título Seis ciudades antiguas, sociedad)' medio ambiente; las seis ciudades eran Monte Albán, Palenque, Tajín, Teotihuacán, Tenochtitlan y Tlatelolco, atendiendo a la ubicación de cada una. A lo que quiero llegar es a comentar cómo, en pocas partes del mundo, se ha creado esta variedad de expresiones en medios ecológicos tan diversos, como en Mesoamérica. Pero hay algo más que atañe directamente a 1 obras elaboradas por los antiguos escultores en piedra, algo que siempre ha llamado poderosamente mi atención: en el arte prehispánico nada detuvo al artista para elaborar piezas que iban desde la más compleja abstracción hasta el realismo más puro. Hoy quiero presentar nueve piezas de distintas culturas mesoamericanas en las que, a mi juicio, se expresa o ante dicho. Recorramos el ámbito de la antigua Mesoamérica para penetrar en el tiempo y en el espacio de estas manifestaciones que hablan por sí mismas.