La manera en que convivieron los habitantes del occidente de México con su entorno natural y cotidiano puede observarse en sus creaciones artísticas. Así, expresaron en barro esta relación tan estrecha, por ejemplo, la que tuvieron con los perros, a los cuales engordaban para alimentarse de ellos. También creían que los perros acompañaban a los muertos durante su viaje por el inframundo.