Ligero estudio sobre la lengua mazateca
El ligero estudio sobre la lengua mazateca fue impreso en la ciudad de Oaxaca por el taller que encabeza Wenceslao Güendulain, quien con el tiempo sacaría a la luz otras tres obras suyas. La publicación consta de 136 páginas, que miden 21.3 centímetros de alto, por 13.5 de ancho. Los pliegos del ejemplar examinado están cosidos a mano y encuadernados con pastas duras de color café obscuro. El lomo es redondo. Cabe mencionar que la edición original venía con pastas blandas, de color gris y que en la primera de forros destacaban el título y los créditos en negro. El papel que se utilizó ha resistido bastante bien los 126 años que han transcurrido desde que fue sacado a la luz. Por otra parte, se puede decir que, en términos generales, la obra estuvo bien cuidada. De hecho, la revisión del texto sólo arrojó ocho “erratas notables”, las cuales se consignaron puntualmente al final de la obra. En las primeras páginas del volumen 2, a manera de introducción- el licenciado Francisco Belmar afirma que a los mazatecos se les asignó ese gentilicio náhuatl porque uno de los pueblos que habitaban era San Cristóbal de Mazatlán, Oaxaca. Belmar asevera que el mazateco se divide en dos dialectos principales: el mazateco propiamente dicho y el izcateco (cuya variante ortográfica actual es ixcateco). Con respecto a este último punto, los clasificadores contemporáneos consideran que, si bien es cierto que el mazateco y el ixcateco son lenguas emparentadas, también lo es que están lo suficientemente separadas como para mejor ser consideradas lenguas diferentes. Muy a su manera el filólogo de Tlaxiaco dio cuenta de una de las lenguas más eufónicas del mundo, en la que las palabras pueden reducirse a melodías y la sintaxis llega a conformar oraciones que propician el desbordamiento de las fronteras sensoriales.