En esta obra, la autora recrea la punzante visión que Constantino Escalante, ese joven “pleno de brío u con talento indiscutible” ??“como dice Rubén M Campos-, plasmó en una publicación de fisonomía fundamentalmente política; La Orquesta fue excelente, y eso es mucho decir si se piensa en el vigor de la prensa satírica con ilustraciones uncida a nuestro diecinueve. Esther Acevedo, luego de esbozar rasgos de Escalante, procede a urdir, extensamente, episodios y hombres que actúan durante la intervención francesa, la república restaurada y el gobierno triunfante pero objetado de Benito Juárez; su narración se entrelaza con acertado vaivén, esto es, el análisis visual de una caricatura envía a un suceso y viceversa. El primero precisa personajes que padecen ridículo; elementos que apoyan el regocijo, a menudo feroz, de sus hechos; formas; ambiente proyectado. Los acontecimientos son relatados sintéticamente y con vigor. Acevedo logra una malla vívida: su historia permite que el lector goce más las caricaturas incluidas, aclara el lenguaje de las mismas y, en resumen, las imbrica con habilidad a siete años conflictivos que van de 1861 (cuando apareció La Orquesta) a 1868 (cuando Constantino Escalante murió).