El códice Maya, antes Grolier
Los museos son las ventanas institucionales desde las cuales el Instituto Nacional de Antropología e Historia exhibe los bienes culturales e históricos de la nación, tarea que la ley ha otorgado al INAH durante 79 años en los que ha incursionado en la investigación, la conservación, la difusión y la enseñanza del patrimonio cultural material e intangible de nuestro país. Con esta gran tarea, el mundo de los museos custodia innumerables bienes que paso a paso desvelan sus secretos y revelan verdades insospechadas. En la premisa de una revisión multidisciplinaria del patrimonio, en octubre de 2016 el lNAH conformó un equipo integral entre la comunidad científica con el propósito de efectuar un estudio exhaustivo del manuscrito conocido hasta entonces como Códice Grolier, el cual se encontraba bajo resguardo del Museo Nacional de Antropología. Esto en virtud de que a pesar de que por años se le habían practicado diversos análisis técnicos y científicos, aún quedaban por resolver algunas dudas con respecto a su interpretación. Las primeras interrogantes que despertó la aparición del códice en los años sesenta del siglo pasado se debieron al desconocimiento de su contexto de origen, dado que fue objeto de prácticas de saqueo, en detrimento de nuestro patrimonio arqueológico. A partir de 1971, cuando fue exhibido en el Club Grolier de Nueva York, la polémica entre la comunidad académica se intensificó principalmente en torno a su apariencia y a la originalidad de su contenido, que guardan tanto similitudes como diferencias con los códices mayas de Dresde, Madrid y París. Durante los siguientes 45 años, estudiosos de diversas disciplinas efectuaron múltiples análisis al entonces Códice Grolier, con resultados parciales que, en consecuencia, no llegaron a comprobar la autenticidad de todos sus materiales. Fue a partir de 2017, dentro del Proyecto Institucional de Investigación del Códice Maya de México, antes Grolier, cuando especialistas del mxa, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Colorado en Boulder practicaron al documento los estudios necesarios para despejar cualquier duda relacionada con su materialidad y su contenido ritual, además de su estado de conservación, el deterioro que sufrió en diversos momentos de su historia, la temporalidad y la especie a la que pertenecen las fibras de amate del soporte, la composición de los pigmentos y colorantes, el tipo físico de los personajes representados y el estilo, iconografía, numerología y calendario ritual de los ciclos de Venus. Es así que, al concluir el proyecto, el Instituto Nacional de Antropología Historia se complace en dar a conocer los resultados coincidentes de los distintos campos de conocimiento que sitúan la época de manufactura del Códice Maya de México en el Posclásico temprano, y por tanto lo confirman como el manuscrito mesoamericano legible más antiguo conocido hasta nuestros días y parte inseparable del patrimonio arqueológico nacional, que XVIII ahora se encuentra bajo resguardo de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia por ser el gran repositorio de documentos, manuscrito y códices más relevante de México y uno de los mejores del mundo.