El correr del tiempo cala la hondura de un quehacer institucional, de sus postulados fundadores, de su capacidad de renovación, de su resiliencia e impacto sobre la vida social. Y es ahora que se produce un libro con logo alusivo al tres veces redondo número 80 que marca los años que cumple el Instituto Nacional de Antropología e Historia desde su fundación en 1939, durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas. El horizonte temporal y conceptual que abarca el enroque técnico-científico del INAH es enorme y su impronta antropológica hace que todas sus áreas generen un espacio que tiene a la integralidad de los saberes. Las páginas que el lector tiene al frente lo llevan por las diversas corrientes de pensamiento y prácticas que emergen de la experiencia de esto que en ocasiones se denomina defensa del patrimonio cultural. Ello porque constantemente el INAH tiene que enfrentar fenómenos altamente destructivos procedentes del deterioro de un legado material enorme o de intereses que lo vulneran sin entendimiento o respeto a los derechos humanos, al valor de las diversas identidades sociales vivas, entendidas a la luz del pluralismo de los patrimonios construidos y, en esencia a la justicia y a la ley.